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BIENVENIDOS. Gracias por la visita y por los eventuales comentarios, que serán contestados con la mayor prontitud posible. Las películas se irán añadiendo a la clasificación progresivamente. También se añadirán al listado alfabético.

martes, 28 de diciembre de 2010

DOCE DEL PATIBULO (THE DIRTY DOZEN)


SINOPSIS. Perseguido por enormes críticas de sus superiores respecto a sus actuaciones en el campo de batalla, Reisman, mayor del ejército americano, recibe la misión de instruir a un grupo de soldados convictos en la prisión militar de Marston (Londres) por delitos graves para atacar un castillo alemán en tierras francesas. Por suerte para todos, las resignadas y rebeldes conductas de los presos no suponen una dificultad añadida para el extrovertido carácter de Reisman.

LO MEJOR DE LA PELÍCULA. Encabezado por un genial Lee Marvin en el papel del Mayor Reisman, el reparto, en su gran mayoría, tiene una actuación sobresaliente. Los presos (interpretados entre otros por Charles Bronson o un tan joven como genial Donald Sutherland) muestran una férrea resignación ante el destino que les espera y sólo Reisman con su particular modus operandi consigue reconducir tales conductas a la de unos soldados dignos de tal condición. Es quizás en ese punto, en la contraposición de la resignación para con su destino de los presos y la extraordinaria (en lo bueno y en lo malo) forma de instruir y dirigir a sus soldados de Reisman donde el film muestra su punto más fuerte pues transmite la real sensación de que la unidad que forman puede dejar de serlo en cualquier momento por las fricciones que surgen entre ellos. Al respecto del carácter de Reisman me permito rescatar un par de frases del film que pueden dar una idea certera en lo que toca a este personaje, la primera de ellas del General Denton que, pese a ello, decide confiarle el objetivo: “Es el oficial más maleducado e indisciplinado que he conocido”, “Es un payaso indisciplinado”.


LO PEOR DE LA PELICULA. Pese a encontrarnos ante uno de los clásicos con mayúsculas del cine bélico sus carencias como película no son precisamente minúsculas y, en mi opinión, lastran mucho el resultado final. Por una parte, aunque el hecho de utilizar presos le confiere una impronta novedosa, el tema de la misión tras las líneas enemigas, bien que de moda en la época, resulta bastante repetitivo, y más aun si se tiene en cuenta el resultado final. Por otro lado, aunque la película nos muestra grandes y geniales escenas de humor, por momentos se abusa de la carcajada gratuita y sin sentido, lo que hace que la correcta línea de la película en cuanto a su factura general se desdibuje por momentos y haga distanciarse en cierto modo al espectador. El casualismo a ultranza, por otra parte tan típico en las obras cinematográficas contemporáneas, es demasiado notorio, por ejemplo, en la escena en la que suplantan a los oficiales alemanes, cuyos trajes son de la exacta medida y talla de los hombres de Reisman, los cuales a su vez se caracterizaban por la gran diferencia de estatura entre unos y otros. Un último punto criticable, si bien en menor medida, es el hecho de que el metraje se hace un poco largo pero no por contener escenas innecesarias, sino por hacer que ciertas escenas necesarias y precisas al objeto de la trama se alarguen en demasía (por ejemplo los eternos finales de escena con los personajes riéndose durante un buen rato). A título personal me permitiría añadir como aspecto crítico la traducción al castellano del título original como “Doce del patíbulo”; creo honestamente que una traducción como “Una docena de sucios” sería más adecuada al contenido. Supongo que los más fieles seguidores de las aventuras del Mayor Reisman compartirían el criterio.

COMPARACIÓN. Es necesario señalar que en cuanto a la trama los parecidos son innumerables dado que este film se encuadra en una época en la que el cine bélico de moda era el de las misiones imposibles tras las líneas enemigas y así podemos encontrar un catálogo amplio de películas acerca del tema. “El desafío de las águilas”, “El último puente”, “Los cañones de Navarone” y otras son una muestra ejemplar de ello. Sin embargo no es difícil encontrar películas recientes que retoman tal argumento, como “Salvar al soldado Ryan”. No obstante la ventaja comparativa de “Doce del patíbulo” en relación con sus contemporáneas es obvia si atendemos a la perspectiva temática. El introducir a un grupo de presos desaliñados como coprotagonistas acompañando a su excéntrico oficial a la cabeza de la unidad en lugar de un grupo de ávidos, inteligentes, impolutos y fuertes soldados, confiere a la película una diferencia notable en lo que respecta al interés del espectador dado que ello es lo que hace que se distancie del axioma cinematográfico de la época. Este contenido sería rescatado con posterioridad en otras películas como “Los panzer de la muerte”. Por último he de mencionar que, asimismo, la terna de películas que toman como protagonista en sus escenas a un excéntrico personaje es variada; suele, en estos casos tomarse a líderes que pese a sus éxitos son criticados por su modo de operar, como es el caso de “Patton” o la figura de Steiner en “La cruz de hierro”.


HISTORIA. Aunque los menos, los pelotones de convictos realizaron en ambos bandos misiones diversas con el objetivo de conmutar sus penas pero ello constituía la excepción y no la regla general. Lo normal era que los convictos por delitos, sobre todo si eran de la gravedad de los mentados en el film, cumpliesen su condena dada la dureza de la doctrina penal militar de los contendientes aunque precisamente la existencia de la contienda era lo que permitía tal flexibilidad en la aplicación de las penas. En todo caso no es conocido que se llegasen a integrar unidades enteras de convictos, cosa que no sería lógica en atención al riesgo que ello conllevaría. Dicho esto, tres aspectos llaman poderosamente la atención en lo que a los hechos históricos se refiere.

En primer lugar, el hecho de que las mayores infiltraciones y gestas heroicas en acciones tras las líneas enemigas, ya no sólo en el frente, fueron protagonizadas por soldados alemanes, mayoritariamente cuerpos especializados de las SS. Sirvan como ejemplo el asalto al fuerte Eben Emael dirigida por el general Kurt Student o la denominada Operación Eich u Operación Roble en la que se liberó a Mussolini de su secuestro en el Hotel Campo Imperatore llevada a cabo por el capitán de las SS Otto Skorzeny y su adjunto Karl Radl. Pero, como en su día dijo un historiador argentino, como la historia la escriben los vencedores, ello conlleva no sólo que la escriban a su gusto, sino que escriban la realidad histórica del modo que les gustaría que hubiese acontecido.

Por otro lado, resulta cinematográficamente eficiente el hecho de que el reclamo sea el asesinato de oficiales alemanes, pero en términos militares es una aberración de la deontología de la conducta noble que se pueda esperar de un militar. El propio general Denton manifiesta su oposición a una operación que tenga una finalidad de tal guisa al considerar que “el deber de un buen soldado es llevar un uniforme y combatir en el frente”. Es un lugar común que, mientras se trate de alemanes es moralmente aceptable, incluso si acaban quemados y asfixiados en unas galerías cerradas, hecho que, siendo una alegoría mito del Holocausto, es la más triste manifestación de la hipocresía de la Historia, pues no quiero ni deseo imaginarme el destino de una película en la que los papeles fuesen invertidos: los alemanes como verdugos y los aliados como víctimas. La mitología de la historia oficial ya lo ha hecho, pero es el juicio de cada uno el que debe llevar a aceptar los hechos como tal o analizarlos correctamente.


Por último, aunque continuando el punto anterior, la sustracción por Reisman y sus hombres de las indumentarias alemanas permite traer a colación la historia de la Operación Greif. Tal como Reisman y sus hombres hacen en la película, el capitán alemán Otto Skorzeny y sus hombres se infiltraron, con uniformes americanos, en las líneas aliadas sembrando el caos y el desorden en sus líneas de suministros. Descubiertos el engaño, los americanos asesinaron al instante a muchos de los hombres de Skorzeny, al cual se le imputaron los cargos de intentar matar a Eisenhower y de utilizar uniformes americanos. Siendo la primera causa ridícula, aunque muy real para los aliados que doblaron la protección en el Alto Mando, el valiente capitán alemán no pudo negar la comisión del segundo de los cargos, que era un delito de guerra. No obstante, el testimonio del oficial inglés Yeo Thomas, quién afirmó que los ingleses ordinariamente utilizaban vestimentas de la Wehrmacht en sus operaciones, le descargó de toda culpa. La justicia militar, a veces tan estricta, a veces tan flexible. Lo curioso es que Skorzeny, para la Historia será el malo de la película.


APARTADO TECNICO. Es una película muy trabajada en este campo. Desde las vestimentas alemanas, perfectamente recreadas, pasando por ametralladoras de tipos varios (Browning, MG 42, etc.) hasta una amplia terna de vehículos, aunque nula de blindados, como Kubelwagen, varios Jeep, SdKfz 10, etc. permiten hablar de un buen trabajo técnico-documental.


ERRORES. A pesar del aceptable trabajo técnico de la producción, no pueden pasarse por alto dos errores, al margen de los puramente cinematográficos arriba citados. El primero de ellos, aunque menor, es el abuso de la utilización del camión Bedford, paradigma de las líneas de suministros aliadas, en manos alemanas, sobre todo cuando en el film se obsevan varios Opel Blitz intercalados entre ellos. Cierto es que podría tratarse de vehículos capturados pero es poco probable pues la invasión de Europa no había comenzado. El otro error reside en el uso y abuso del subfusil M3 en todas las escenas, no sólo en manos alemanas sino en manos americanas. Es cierto que se trata de un fusil americano que se diseñó, en principio para la guerra en Europa, copia del Sten inglés, pero al heredar los defectos y delicadez propias de éste, el Alto Mando aliado la rechazó en el frente europeo siendo utilizado el M1 Thompson en su lugar (o los MP40 alemanes capturados), lo cual a su vez provocó que las partidas de M3 triunfasen en el Pacífico dada la escasez de armas que allí padecían los Marines.


LA FRASE. “Mi nombre, para aquellos que puedan haberlo olvidado, es Reisman. Se han presentado ustedes voluntarios para una misión que les da sólo tres caminos a seguir. Pueden obrar de mala fe, en cuyo caso serán devueltos aquí y ejecutada su sentencia. Pueden desertar en combate, en cuyo caso y mismo les volaré los sesos. O pueden hacer lo que se les ordene y así seguir adelante. No deben tratar de escapar, no habrá excusas, no habrá apelación. Cualquier infracción cometida por cualquiera de ustedes significará la vuelta de todos y le ejecución de sus sentencias. Dependen los unos de los otros. Procuren no olvidarlo.” Soberbio discurso de presentación de Reisman a los convictos. Son varias las sentencias que Reisman deja a lo largo del guión pero opto por seleccionar esta porque se trata de una buena muestra de su carácter, al tiempo que es un buen compendio de lo que ofrece la película.


PARA QUIEN. Recomendable para los que gusten del buen cine bélico, pese a los defectos señalados, e ineludible para los que disfruten de las aventuras al estilo más clásico de los años 60 y 70. Las escenas de acción no son desdeñables por lo que quienes disfruten del cine de acción pueden ver compensadas las casi dos horas del film con el aceptable final de esta película.



VALORACIÓN. Personalmente, y pese a las buenas referencias recibidas acerca de éste film, no puedo hablar de decepción aunque sí de un resultado un tanto descafeinado. Se trata de un buen film, pero no tanto como cabía esperar. Lo novedoso de la perspectiva de los prisioneros  y la incertidumbre de sus reacciones es lo que mantiene el interés constante. Recuerda, salvando las diferencias, a las aventuras homéricas en la que el eficaz pero desconsiderado Aquiles, que podríamos personalizar en Reisman, y sus hombres, cumplen con dedicación y a su modo su lucha contra los troyanos, lo cual no era siempre del gusto del rey Agamenón, quien bien podría simbolizarse en el Alto Mando y los Generales superiores de Reisman. En fin, un clásico, pero un clásico con minúsculas.

lunes, 22 de noviembre de 2010

SALVAR AL SOLDADO RYAN (SAVING PRIVATE RYAN)



SINOPSIS. El capitán John H. Miller (Tom Hanks), comandante de la Compañía C del 2 º Batallón de Rangers, y los soldados a su mando desembarcan en Normandía en el Día D en la playa Omaha, desbaratando las defensas alemanas de búnkers y nidos de ametralladoras que defienden la posición. Conseguido el éxito en esta misión, se conoce la triste noticia de que una madre estadounidense ha perdido a todos sus hijos en la guerra excepto a uno, James Francis Ryan (Matt Damon), cuya búsqueda se le encomienda al capitán Miller y a sus hombres, lo cual les envuelve en una aventura de lo más peligrosa.


LO MEJOR DE LA PELICULA. Mucha gente opina que nos encontramos ante la mejor película bélica de la historia. Aun sin compartir tal extremo se hace difícil negar que nos encontremos ante una de las mejores del género. Su punto fuerte, entre otros, reside en el constante dinamismo, con unas secuencias de acción dispersas a lo largo de la película, hecho que, unida a una trama más o menos interesante, contribuye a mantener en una permanente atención al espectador y que hace que las casi tres horas de metraje no sean en ningún momento pesadas en exceso. El vestuario, incluidas la exhibición de armas ligeras, y la ambientación general, sobre todo en la escena del desembarco, tampoco tienen desperdicio.



A este respecto hay un extremo que resulta controvertible: ¿es la de “Salvar al soldado Ryan” la mejor recreación del desembarco de Normandía? Podría serlo perfectamente. No obstante la recreación está, a mi parecer, demasiado concentrada en un sector concreto de la playa Omaha, y no sería despreciable darle una visión menos centrada en Miller y sí un enfoque más general al estilo de “El día más largo” que, salvando las diferencias técnicas, consigue darle un enfoque más global y con mayor perspectiva histórica.


LO PEOR DE LA PELICULA. Sin duda alguna el excesivo patriotismo que rebasa lo aceptable en muchos tramos del metraje. No es una afirmación gratuita ni algo de lo que uno se vaya percatando al paso de los minutos sino que ya la primera imagen de la película resulta significativa: una bandera estadounidense ondeando a toda pantalla. Ello nos anticipa lo que las siguientes tres horas nos van a ofrecer: soldados americanos matando alemanes, por momentos, al más puro estilo John “Rambo”. Este dato se ve refrendado por un final al uso con un “séptimo de caballería” representado en la que la aviación americana que in extremis solventa la situación y pone casi término al film. También puede añadirse a este propósito la desconsideración para con los soldados alemanes que aparecen deshumanizados y malvados. Se hecha de menos alguna muestra de aquellos como verdaderos soldados con su lado humano, como el propio Spielberg haría después en “Hermanos de sangre”.


COMPARACIÓN. Desde una perspectiva histórica puede decirse que “Salvar al soldado Ryan” no tiene parangón en muchos de los episodios que recrea, sobre todo si uno tiene en mente la escena del desembarco y al margen de errores técnicos. La puesta en escena de ciudades ficticias, como Ramelle, desdibuja un tanto el enfoque tan real como histórico de las recreaciones escénicas.

Por otro lado, en cuanto a la temática no es nada innovadora, sino todo lo contrario. Lo que este film hace es retomar el clásico argumento de la encomienda de una difícil misión tras las líneas enemigas para conseguir un peligroso objetivo al que Spielberg adereza unos cuantos elementos como modernas escenas de acción, material bélico de primera, etc. para mejorar el resultado final. Pero el argumento, como digo, es en sí sencillo y se ha utilizado para recrear otros avatares de la contienda en películas como “Ataque Fuerza Z”, “El gran rescate” o, en el mismo frente occidental, “El desafío de las águilas”, por ejemplo. Pero la superioridad de “Salvar al soldado Ryan” es manifiesta por la espectacularidad de sus escenas.


HISTORIA. Es preciso señalar que a este respecto puede analizarse en este film una historia con minúsculas (la recreada en el soldado Ryan) y la Historia con mayúsculas (el Día D), si se me permiten ambas expresiones.

Por lo que hace a la historia de Ryan, sobra decir que se trata de un personaje ficticio, así como el personaje de Miller y demás sujetos. Pero la película se basó en una historia real: la historia del sargento Frederick Niland. Paralelamente a Ryan, perteneció a la 101ª Aerotransportada y fue desperdigado por el norte de Francia. Y ahí termina la analogía de vidas prácticamente. Niland se entera por el teniente coronel Francis Sampson de la muerte de sus hermanos, hecho por el que vuelve con su unidad y luego regresa con sus padres a Nueva York, resultando que uno de sus hermanos no había muerto sino que era prisionero en el Lejano Oriente, siendo repatriado con posterioridad.

En lo referente a la Historia general hay que señalar que los hechos no son exactos a la realidad. Así en el film parece que la toma estratégica la playa fue cosa de unas horas en el sector Omaha, pero lo cierto es que la toma de la cabeza de playa fue muy costosa en dicho sector, sobre todo para la primera oleada de desembarcos que sufrió numerosas bajas. Y ello a pesar de que las unidades alemanas en la retaguardia no reaccionaron automáticamente dado que la orden de atacar en caso de desembarco aliado dada por el general Speidel, al mando del Grupo de Ejércitos B de Rommel, no fue recibida por las unidades, hecho que determinaría, como afirmaba el propio Rommel, que los Aliados fuesen de nuevo “arrojados al mar”. Es cierto, curiosamente, que el propio Hitler había estado planificando el desembarco hasta altas horas de la noche, lo cual no le permitió estar apresto para la madrugada del día 6 de junio (momento del desembarco) como también es cierto que él mismo, por asesoramiento del general en jefe Rundstedt, creía que aquello no era más que una maniobra de distracción y que el desembarco se produciría en Calais. Sin embargo, el hecho de la conquista de la cabeza de playa no se debió a tal conjetura sino a que, por cuestiones del destino, la comunicación de la orden de ataque, no fuese recibida por las pertinentes unidades. Este hecho, fruto del azar, inquietó a unos soldados deseosos de defender su territorio como el cabo primero Hammel, perteneciente a la sección expedicionaria de la 21º División Panzer quien constató que, especialmente en aquellos momentos, “la falta de actividad era molesta para quienes éramos siempre la punta de lanza”.

De todos modos, el destino de la guerra no se jugó, como se pretende a nivel general, en el Día D sino que los movimientos decisivos de la contienda se jugaban en un terreno muy distinto y muy lejano donde los mejores estrategas, los mejores blindados y, sobre todo, las mayores preocupaciones estaban en juego, esto es, en el Frente Ruso, frente en el que la batalla de Stalingrado, a la postre punto de inflexión de la Guerra, ya había sido disputada. De hecho, los soldados angloamericanos, además de polacos, canadienses y de otras nacionalidades, combatieron contra divisiones que en muchos casos eran retiradas de aquel frente para el occidental.


APARTADO TÉCNICO. Es un aspecto sobresaliente. Hay que señalar que esta película gozó en su día, a diferencia de otras con menos recursos, de un enorme presupuesto para su realización (90 millones de dólares), hecho que, no obstante, es de agradecer a la vista del resultado a pesar de los errores que luego se verán.


Lo más señalable en este apartado es el amplio muestrario de armas ligeras que aparecen en la película. De este modo podemos observar en el bando aliado un catálogo de armas que van desde el fusil de francotirador Springfield 03 que porta el soldado Jackson (Barry Pepper), el subfusil Thompson (Tommy) de Miller que aparece ampliamente entre diversos personajes, aunque no tanto como el M1 Garand, que utilizan (con su característico “ping” de final de cartucho) la mayor parte de los soldados; también hace gala el film de espectaculares imágenes de la ametralladora Browning M1919. Por el lado alemán la terna de armas no es menor ya que vemos diversas ametralladoras mayoritariamente MG42, perfectamente visible tras la toma de la colina del radar, aunque también alguna difusa MG34; cuadro de armas alemán que se completa con algún Mauser, Schmeisser o incluso un Panzerfaust cuyo empleo no llega a apreciarse. Es muy gratificante la ausencia de grandes errores en este sector, por lo menos en la medida de no colocar las armas en las manos que no corresponden.


En lo referente a armas pesadas, los blindados que pueden verse son cualitativamente diversos. Pueden verse diversos Sherman, Tiger I, vehículos blindados SdKfz 251 y, a modo de curiosidad (por su escasa presencia cinematográfica) un ejemplar de la motocicleta semioruga SdKfz 2. Al respecto de ellos se comentarán posteriormente sus deficiencias. No obstante, una carencia del film, no un error en sentido estricto, es la nula aparición de aviones en el cielo normando (salvo la “traca” final) cuando la fuerza aérea aliada tenía prácticamente el monopolio del mismo.


ERRORES. La tendencia general es a afirmar que se trata de una película perfecta (se habla de la “magia de Spielberg”) en términos de técnica, táctica y estrategia militar. Es en este punto donde el título de mejor película bélica de la historia, se tambalea para la obra Spielberg. Y es que a pesar de la gran documentación que existe tras “Salvar al soldado Ryan” el trabajo técnico se le vino un poco grande de talla a su equipo. No puede negarse que sea una película en cuanto a la labor que se supone tras ella pero peca de ambición y, pretendiendo rizar el rizo, revela errores técnicos, tácticos e históricos. Como digo, una buena película (no hay más que ver la susodicha escena del desembarco), pero veamos pues, para quienes discuten, algunos ejemplos de tales errores.

-          El Tiger I. Se habla mucho y bien de la “magnífica” recreación del Tiger de “Salvar al soldado Ryan”, y de hecho, analizándolo en sus detalles, denota la existencia de un buen trabajo documental sobre todo teniendo en cuenta que no es fácil conseguir uno. A pesar de lo espectacular que pueda parecer su aparición, este hecho no es para nada innovador dado que la recreación es idéntica, en lo bueno y en lo malo, a la que aparece en todo un clásico como es “Los violentos de Kelly”, ya en 1970. El elemento de la novedad queda desvirtuado pues. Sin embargo, el Tiger de Spielberg revela datos interesantes. El número de serie del mismo, el 131, nos muestra que para la recreación se basaron en uno de los Tiger de la 1ª Compañía de la Schwere SS Panzer Abteilung 101 que, efectivamente combatió en Normandía con ese blindado. En alguna de las tomas se pueden apreciar el faro central Bosch y el visor binocular, propio de los Tiger menos modernizados con los que contaba, así como, de modo fugaz, la enseña consistente en dos llaves cruzadas rodeadas de hojas de roble propias de esta unidad de las SS. De hecho, en el ficticio pueblo de Ramelle, vemos como los hombres de Miller combaten contra unos hombres con uniformes característicos de las SS. A pesar de ello la recreación es en sí bastante tosca para los medios de que dispusieron (al menos no mejor que la de “Los violentos de Kelly”), pues el mantelete de la torreta y el frente del blindado son demasiado anchos así como la apertura del visor para el conductor, que es exageradamente espaciosa y abierta. El tamaño es objetivamente escaso al construirse sobre la base de un tanque ruso T-34, hecho que resulta palpable en las ruedas y en las cadenas: no se observa la doble rueda del Tiger y el tamaño de la cadena es manifiestamente más estrecho y carece del taco en V y la disposición inversa propia de aquellos. Otro error reside en el hecho de que el otro Tiger que aparece, cuyo número de serie es el 232, es un calco decorativo del primero y por ende no sólo hereda los defectos del anterior sino también las características técnicas de aquel, lo cual es en sí un error ya que el número de serie indica que, de haber pertenecido a aquella unidad, su fabricación es muy posterior a la del primero, hecho que implica unas particularidades propias (doble faro, visor monocular, llantas de acero acolchadas, etc.).

-          El Marder II. En el film aparece un ejemplar de anticarro Marder II, el cual incorpora a la película dos defectos con su presencia. La primera de ellas es que afirmar que se trata de tal modelo es una verdad a medias dado que la parte inferior del ejemplar de la película es de un Panzer 38t, sobre cuya base nunca se construyó el Marder II y sí el Marder III; pero la parte superior del modelo de la película es inequívocamente del primero. El segundo error es más simple: una tara característica del Marder II es que sólo podía variar en un diez por ciento el grado de inclinación de su cañón; sin embargo en una escena consigue, desde el pie de un campanario, acertar en la cumbre del mismo en la que se encontraban Jackson y Parker a unos 50 o 60 metros de altura.


-          Daniel Jackson es el francotirador. Este personaje acumula, por sí mismo, una serie de errores cuando menos llamativos. En primer lugar son exageradas sus facultades como tirador. Así, por ejemplo, en el momento en que sorpresivamente el soldado Caparzo (Vin Diesel) resulta abatido, Jackson acierta a saber sin apenas echar una ojeada la distancia, ubicación y características del francotirador alemán. En esa misma escena vemos como Jackson regula su Springfield para abatir al tirador alemán y apenas tocando el visor (sin regular la elevación, ni tener en cuenta la compensación del viento ni otras medidas) acierta de lleno en la cabeza de aquel, hecho que, si lo que se pretende es un disparo mortal, es imposible si no es de pura suerte habiendo regulado el arma de modo tan somero; como curiosidad, cabe señalar que el visor de su fusil que se observa no fue incorporado a los fusiles americanos hasta mediados de los sesenta. En segundo lugar, incurre como francotirador en el clamoroso error de ubicarse en el campanario ante la ofensiva alemana sobre Ramelle, lo cual estaría bien como observador, pero no obstante permanece allí a pesar de que la cima de un campanario será, por lógica táctica, el primer lugar en el que sospechen los enemigos de su presencia. Pero los alemanes entran en la población sin tenerlo en cuenta y tardan lo que no está escrito en darse cuenta de la presencia del francotirador americano en la ubicación más simple. Obviando el hecho de que consigue huir del fuego cruzado de dos ametralladoras alemanas creo que todo puede resumirse en una frase del propio sujeto que resume perfectamente sus dotes divinas: “Yo creo que Dios me dio un don especial al convertirme en un instrumento de guerra”.



-          El fusil M14 del sargento Horvarth que en determinadas escenas le vemos portando, no aparecería hasta 1957, siendo ordinario en guerras como la de Vietnam.

-          Un error de corte histórico lo vemos en la invención de datos en el relato de Miller al Coronel Anderson en el que afirma haber acabado con el regimiento 346º de Infantería de von Luck. Y es que el propio coronel von Luck detalla en su obra “Panzer Commander” como ninguna de sus unidades entabló combate hasta prácticamente dos días después del desembarco por las circunstancias arriba comentadas y que en las horas siguientes a tal desembarco sus unidades se encontraban ubicadas entre Caen y Troarn a la espera de órdenes.

-          El soldado Mellish (Adam Goldberg), en cierta escena, increpa a través de su condición de judío a los soldados alemanes de la Wehrmacht cuando es posible que alguno de ellos también lo fuera. Es un hecho que la presencia de judíos en el ejército alemán no fue precisamente extraordinaria.

-          En cierta escena vemos a los formantes de la misión de búsqueda de Ryan caminando de noche por la cumbre de una colina con sus perfiles dibujados por la luz de las bombas al explotar: una escena tan bonita como imprudente (en términos de técnica militar) atractiva para cualquier alemán que los pusiese en su punto de mira.


-   El Tiger que avanza sobre el puente está desmantelado antes de ser atacado por aire.

-          Si bien es cierto que el capitán Miller planifica la defensa de Ramelle, ello no quiere imperativamente decir que exista una táctica militar pues el juego de  la táctica sólo tiene sentido cuando el contrario tiene la suya propia y es obvio que en el film los alemanes operan anárquicamente y sin sentido ninguno. De hecho se adentran en Ramelle no sólo sin temer al campanario sino que no comprueban ni el primero de los edificios, circunstancia que origina la emboscada en la que se ven envueltos.


LA FRASE. “Fomare”. Una palabra constante en la película que los personajes utilizan para indicar lo fatídico y tedioso de una situación ("FOllado y MAchacad o sin REmedio" tal y como explica Mellish a Upham"). Es una frase, de origen americano, que ha permanecido como seña de identidad de esta película. Muy descriptiva de momentos que los soldados pueden llegar a vivir en la guerra y que en “Salvar al soldado Ryan” vemos escenificados.


PARA QUIEN. Público en general sin espectadores de ningún tipo específico. Quienes disfruten del cine bélico con altas dosis de acción y espectacularidad en la recreación escénica, tienen en “Salvar al soldado Ryan” una joya para añadir a su videoteca. Alto valor documental, no tanto histórico, sino como fiel reflejo de las condiciones de la guerra. Película obligatoria para quienes hayan disfrutado de la saga “Hermanos de sangre”.


VALORACIÓN. No puede dejarse de señalar como aspecto final el papel clave del cabo Upham, y su visión de la guerra. El aporte de un personaje distinto, de una visión alternativa frente al resto de soldados homogéneos en su forma de ver la guerra le da una dimensión diferente al film, sobre todo en ese constante dilema del cumplimiento del deber por oposición a la razón, conflicto que Upham vive y sufre como ninguno.



Las deficiencias técnicas, aunque parezcan muchas y variadas sólo son señaladas a efectos de contestar a los más radicales defensores de la película en cuestiones técnicas pero en el balance general hay que poner de relieve que en términos cinematográficos la factura general es excelente y meritoria de muchos de los elogios de los que recibe. Es por ello que, en todo caso, es acreedora de un puesto en lo alto de la clasificación.

lunes, 15 de noviembre de 2010

ALMAS EN LA HOGUERA (TWELVE O'CLOCK HIGH)

SINOPSIS. La 918ª Escuadrilla americana de bombarderos de la 8º Fuerza Aérea estadounidense, recién llegada para atacar Alemania y atacar al tercer Reich, sufre graves problemas: pérdida de unidades, el traslado de su adorado Coronel Davenport y, lo peor de todo, la moral de sus hombres está bajo mínimos. Tal es el estado del grupo que son considerados como la “Escuadrilla de la mala suerte”. El general Frank Savage llega al mando para poner solución a estas contrariedades de forma drástica, esto es, poniendo al límite a sus hombres, lo cual no es del agrado de todos.



LO MEJOR DE LA PELÍCULA. Sin lugar a dudas el punto más sobresaliente de la película es el papel de Gregory Peck como general Savage. Su papel de hombre al mando “duro” y enérgico en el cumplimiento de sus objetivos resulta más que creíble, dado que el guión mantiene su papel de inquebrantable en todo momento, en lo bueno y en lo malo. Ese magnífico papel halla un complemento ideal en el hastío mostrado por los personajes del resto de reparto. No obstante, Savage se muestra amistoso y tolerante con ciertos personajes como su antecesor Davenport (Gary Merrill) o con el mayo Stovall (Dean Jagger). Buena prueba del carácter de Savage puede ser el memorable discurso mediante el que se presenta ante el coronel Gately, al que ordena, tras denigrarle como un cobarde “enchufado”, un cometido acorde con su condición: “Quiero que pinte un nombre en el morro de su avión: “Colonia de leprosos”. Porque en él llevará a todos los indeseables del grupo, a todo aquel que tenga propensión a resfriarse; si hay algún bombardero que no acierte en el plato con su tenedor o algún navegante que no sepa encontrar el servicio de caballeros se lo llevará porque están a su altura”.


LO PEOR DE LA PELÍCULA. Aunque se trata de algo propio de la época de realización del film (1949), no deja de ser evidente la carestía de medios de rodaje, sobre todo en las secuencias de combate aéreo. La inclusión de imágenes de la época rodadas por los pilotos de la RAF y la Luftwaffe no constituyen una mala solución, pero una película es una película y las imágenes que pueden dignificar la solvencia técnica de “Almas en la hoguera” no son de película y no pueden reputarse en cuanto tal, si bien son de agradecer y son mejores que cualquier “apaño” o estropicio. Tampoco tiene demasiada lógica, desde la perspectiva de lo que aporta al film, el darle una visión restrospectiva a través del mayor Stovall pues nada significa en cuanto a lo que la película muestra.


COMPARACIÓN. Es un hecho que el tema de los dilemas, problemas personales y conflictos técnicos y de mando representados en un personaje está muy desgastado, pero es una fórmula de éxito. El amplio catálogo de películas que se ha producido desde siempre es prueba de ambos aspectos, aunque no siempre con el mismo triunfo: “El ataque duró siete días”, “Patton”, “Cartas desde Iwo Jima” o series como “Hermanos de sangre”. En otro orden de cosas, en lo atinente al cine bélico acerca de la contienda en el aire, si se me permite la expresión, en términos comparativos la terna de filmes es cuantitativamente más reducida pero cualitativamente diversa. Lo cierto es que acerca del bombardeo angloamericano sobre Alemania no abundan las películas pero si ampliamos el rango de búsqueda a otros frentes y otras batallas el resultado cambia; así podemos encontrarnos películas buenas como “La batalla de Inglaterra”, joyas del cine como “Tora! Tora! Tora!” u otras más corrientes como “Un mundo azul oscuro”. Sin embargo la ventaja comparativa de “Almas en la hoguera” en un campo y en otro reside en el hecho de ser, sino la primera, una de las primeras en tratarlos y, desde luego, la originaria en la combinación de ambos.



HISTORIA. Lo que en “Almas en la hoguera” vemos no es más que una parte de una serie de bombardeos que constituyeron la llamada en clave “Operación Gomorra” que integraban la RAF y la 8ª Fuerza Aérea Americana (la representada en el film) dirigida por el general Arthur Harris.

Arthur Harris decidió iniciar una ofensiva de bombardeos indiscriminados sobre Alemania, no sólo sobre objetivos estratégicos alemanes de corte militar o industrial, sino sobre las ciudades con el objetivo de doblegar, al tiempo que los recursos militares del Reich, la moral del pueblo alemán. Con ese propósito, el 25 de julio de 1943 inició los bombardeos con ataques británicos nocturnos y ataques americanos diurnos. En esa ofensiva se causaron masacres como la de Hamburgo, ciudad en la que en una sola noche perecieron cerca de 40000 personas y gran parte de la ciudad fue destruida. Lo que no se explicaban los alemanes era cómo sus ciudades eran devastadas por un fuego tan voraz y que avanzaba sin parar: la explicación era que los bombarderos aliados no utilizaban sólo bombas explosivas sino también bombas incendiarias, cuando en realidad, el fósforo líquido que componía esas bombas era un arma ilegal. La promesa de Harris de que “el terror de los bombardeos ganaría la Guerra” jamás se cumplió ya que lo que hicieron fue incrementar los sentimientos de odio a los aliados y la legitimidad y lealtad para con la causa alemana. Más aun, tras los terribles bombardeos de 1944 en los que ciudades como Dresde fueron completamente arrasadas con la cantidad de 100000 muertos en una noche.



Pero no sólo causaban temor entre los alemanes los bombardeos. El piloto de bombardero Noble Frankland afirmaba: “Había unos 16 aviones en cada escuadrón, y cada noche perdíamos del orden de cuatro aparatos; si tu rango de operaciones era de unas treinta salidas verías perecer a unas cuarenta tripulaciones”. El hecho de perder tantos compañeros de vuelo sin hacer la mella esperada en los alemanes, desgastó todavía más a los pilotos aliados, hecho que motivó la postergación de los bombardeos.

No obstante, la nota curiosa reside en el hecho de que el Tribunal militar internacional de Nuremberg, en un clamoroso supuesto de denegación de justicia, no recogió ninguna de las acusaciones contra los beligerantes. Quizás la “ejemplar” impartición de justicia de aquel “modélico” tribunal tropezó con algún tipo de sentimiento de culpabilidad de quienes se proclamaron como liberadores.


ELEMENTO TÉCNICO. Lo más reseñable es la muestra de unos todavía primitivos Boeing B-17, tanto en reproducciones como en imágenes de época. Estas “Fortalezas” (“Fortress”), como se les conocía, resultaron en sus inicios muy endelebles frente a las defensas alemanas. Respecto de éstas cabe resaltar la presencia, en las imágenes históricas, de varios Messerschmitt Me-109. Se hecha en falta la presencia de algún avión británico (Lancaster, Handley Page, etc), o elementos de la RAF en general, para dar una visión más global a lo que fueron los bombardeos. Sin embargo, es notorio en términos de la aeronáutica más exquisita el análisis que el general Savage hace, cuando recrimina a un piloto el hecho de que haya salido de la formación, de los puntos de fuerza de las escuadrillas de bombarderos.


ERRORES. Dada la limitación, en lo técnico, y lo acotado, en la trama de la historia, no permiten en términos generales encontrar algún error de calado en alguno de los sentidos. No obstante, siendo estrictos, en las escenas de bombardeos se aprecian errores a la hora de divisar las fuerzas alemanas pues en toda la película el modelo mostrado (salvo en puntuales imágenes que no cabe apreciar) es el Messerschmitt Me-109 y en más de una ocasión los alemanes son identificados como el modelo Focke (Focke Wulf 190). Pero, al margen de este error y desconociendo si existe en la versión original, las imágenes de época constituyen un catálogo de imágenes difícilmente reunible, y hasta tal punto debió ser así en aquel momento que muchas de ellas se repiten a lo largo del film.


LA FRASE. “La 918ª ha conseguido hoy bombardear el objetivo, cosa que ninguna otra ha hecho. Si la providencia pone en mis manos otra oportunidad así para darle el orgullo a esa escuadrilla que debería sentir de sí misma, puede que la radio vuelva a averiarse, señor.” General Savage, cuando es amenazado de sanción por desoír las órdenes dadas por radio de abortar un bombardeo.

La pléyade de frases del personaje de Peck es lo suficientemente amplia como para que cualquiera de ellas sea digna de mención, así como muchos de los diálogos que hay a lo largo del film. Sin embargo, el hecho de no tratarse de una película mediática en exceso y sin alardes creativos hace que no tenga alguna que haya merecido pasar a la historia. Me permito destacar un diálogo entre el general Savage y el mayor Stovall a la llegada de aquel al puesto de mando.
-          “¿Ha bebido Ud., mayor?
-          Sí, señor. Esla primera vez en 20 años que estoy borracho pero quizá no sea la última.
-          ¿Dónde está el oficial ejecutivo?
-          No lo sé señor. Es sólo una opinión pero creo que es posible que también esté borracho, señor.”


PARA QUIEN. No puede engañarse a nadie. Como documental acerca de la Operación Gomorra su interés se ciñe a las imágenes históricas, imágenes que, por otra parte y aunque por aquel entonces eran novedosas, hoy se pueden encontrar en cualquier documental al uso. Sí debe ser un plato de buen gusto para todos aquellos cuyo paladar cinematográfico disfrute de los buenos clásicos. Los modelos de los B-17 son muy simplistas y primitivos pero no por ello deja de resultar recomendable para quienes hallen en este avión un motivo para ver la película.


VALORACIÓN. En general estamos ante una película de buena factura con un trabajo de producción notable, como muestra la buena documentación para la época en que se rodó, y con un más que correcto Gregory Peck. Sin embargo su papel tan genial como preponderante, y la fuerza de su personaje, contribuyen a eclipsar los nada despreciables papeles de otros personajes que, “prima facie”, deberían tener un mayor protagonismo cosa que, a la postre, daría un mayor dinamismo a la película pues dejaría de girar sólo alrededor de la figura de Savage. Es decir, hay un protagonismo por exceso, no obstante lo cual el resultado es excelso y podemos hablar de un clásico que sólo el paso del tiempo ha contribuido a desgastar aunque, a buen seguro, dejó el listón alto en su día.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

RESISTENCIA (DEFIANCE)


SINOPSISTras la ocupación alemana de territorio bielorruso en 1941, tres hermanos, los Bielski, liderados por el mayor de ellos (Tuvia) huyen a los bosques con el objetivo de iniciar desde allí una lucha contra los alemanes; una lucha en la acaban implicando a una pléyade de gente que van encontrando a su paso, niños, mujeres y enfermos, a los que unen a la causa para conseguir su objetivo: la supervivencia.  Pronto descubren que su tarea tiene más inconvenientes de los esperados.


LO MEJOR DE LA PELÍCULA. Lo que de verdad marca la diferencia es todo el trabajo de producción que hay tras la película. El aspecto en el que resulta más notorio es la fotografía y la ambientación. Toda la película en general, salvando ciertos momentos que luego se comentarán, regala al espectador la posibilidad empatizar con las vivencias de los personajes y casi la posibilidad de sentirse en medio de los sombríos bosques de la Europa oriental. Ciertas escenas son excelsas en este sentido pues marcan, más aun si cabe, esa facilidad de sentirse como dentro de la misma película, sobre todo en los fríos inviernos. En resumen, impecable en la forma.


LO PEOR DE LA PELICULA. Resulta demasiado evidente y pesa mucho en el balance final del visionado de le película: exceso “american style”. El papel idealizado de sus protagonistas que viven, como nobles defensores del bien, en un mundo rodeado de maldad, no es sólo poco acorde con la historia real, sino también poco creíble. La sensación de desconfianza ante tanta nobleza y magnanimidad en ciertos personajes tan al “estilo Hollywood”, particularmente el de Tuvia, topa de lleno con un final al clásico modo “séptimo de caballería” que no hace sino confirmar una desazón ante tal carencia de creatividad en un film que podía dar mucho más de sí.


COMPARACION. Realmente en cualquier ámbito cinematográfico de corte bélico, y en particular en el cine ambientado en la Segunda Guerra Mundial, es fácil encontrar ejemplos de películas que muestren historias de contumaces y numantinas resistencias y luchas del mismo corte. En lo que a la Segunda Guerra Mundial se refiere, son muchos los directores que, como en este caso Edward Zwick, retoman el tema para ubicarlo en el frente que tienen por objeto recrear. Así encontramos un catálogo de “resistencias” muy amplio, desde “Kokoda: batallón 39” en el frente del Pacífico, “El hundimiento” o “Masacre, ven y mira”, sobre la guerra en Europa. La ventaja de “Resistencia” sobre las demás películas que, dentro de su propio ámbito, tratan las aventuras y desventuras partisanas es que aquella, frente a éstas, tiene a su favor el juego del elemento de la novedad puesto que, los medios disponibles y las nuevas tecnologías, mejoran el resultado final, aunque en este caso lo hagan sólo en la forma. El fondo, como ya se dijo, es muy mejorable.


HISTORIA. La esencia “hollywoodiense” de determinadas películas tiende a suprimir los elementos de la auténtica historia a favor de una mayor complacencia para con el público general. Este es un buen ejemplo.

Por lo que se conoce, los Bielski no fueron un ejemplo del heroísmo altruista que vemos en la película. Su historia es mucho más oscura. Lo que se nos muestra como un Robin Hood al más moderno estilo no es algo acorde con unos sujetos que robaban, asesinaban y no sólo a los ricos sino también a los pobres so pretexto de mantener a una gente a las que ofrecían su protección. Curiosamente, los que vivían al margen de los Bielski, no pasaban sus calamidades, tal y como se observa en el film cuando alguien sugería que “hasta el pastor más pobre vive mejor que nosotros”, lo que lleva a plantearse el porqué de la fe en los Bielski. Cierto es que en un determinado momento observamos como roban a un pastor que se dirigía al mercado a vender su leche, pero ello se compensa en la mente del espectador con el argumento de que se trataba de alimentar a sus protegidos y, para más INRI, se muestra a la real víctima (el robado) como un traidor, cuando denuncia los hechos ante los alemanes. En suma, los malos convertidos en buenos. La magia del cine.


En otro orden de cosas, mal vamos cuando una película ya no sólo nos dice que se “basa” en hechos reales sino que casi lo primero que vemos es la leyenda “A true story” (“Una historia real”) sobreimpresionada al tiempo observamos a un, en teoría, grupo de soldados alemanes apaleando a un grupo de supuestos judíos. Imágenes que, por cierto, se muestran en blanco y negro al objeto de hacerlas pasar al modo de imágenes de época cuando, sin fijarse demasiado, se ve a las claras que son imágenes actuales rodadas para el film. Es como si se coartase al espectador en sus conclusiones con el fin de que no pueda sacar por sí mismo otras que no sean concordantes con lo que se ve en “Resistencia”. Lo único real es que, de real, no hay nada. Diversos documentos de la época, incluidas las biografías de muchos oficiales de la Wehrmacht, dejan claro a todas luces que lo que ellos vivieron, así como las Waffen-SS, fue algo muy distinto de lo que vemos al inicio de esta película. La realidad, la “true story”, fue muy distinta. Los habitantes del este europeo recibían a los alemanes como auténticos liberadores de sus pueblos con enormes desfiles y espíritu festivo. Algún soldado relata la anécdota de las mujeres que, llorando y con las manos sobre el corazón, se postraban ante ellos suplicándoles que les liberasen de Stalin. Un buen ejemplo de estos recibimientos fue la liberación de Smolensk, paradójicamente hoy reconvertida en un símbolo de la victoria sobre los nazis: el júbilo del gentío de los habitantes de esta ciudad, según relata Hans von Luck, estaba encabezado por su prelado mayor, el cual, gracias a los nazis, pudo celebrar su primera ceremonia en la catedral tras 25 años de prohibición al haber vivido todos esos años haciéndose pasar por un pobre zapatero. No se puede negar que los judíos acabaron convirtiéndose en chivo expiatorio de todo este cúmulo de circunstancias, pero la versión oficial, recreada en las imágenes iniciales del film, y que les convierte en sencillas y desdichadas víctimas de algo que podría calificarse como un genocidio, sencillamente no es cierta. En todas estas poblaciones, los encarcelados por la NKVD fueron liberados por las fuerzas alemanas, aunque en muchos pueblos era usual que esta policía bolchevique ya hubiese aniquilado a sus presos. Cómo hubiese deseado esta gente ser “víctima” de los nazis. Por otro lado, los judíos de estas poblaciones habían colaborado intensamente con la NKVD seleccionando para ella, mediante confidenciales soplos,  a todos quienes interesase considerar como traidores a su Camarada Supremo Stalin y a la madre Patria, al tiempo que se beneficiaban de modos muy variados por tan “espléndida” y “solidaria” cooperación. Tras la irrupción alemana en todos aquellos pueblos, los habitantes represaliados por los bolcheviques, ahora libres, decidieron tomar, en cierto modo, la justicia por su mano, pero, por lo general, no aplicaron la ley del talión strictu sensu sino que fueron muy condescendientes con sus victimarios. Los judíos, por ejemplo, fueron en muchos casos obligados a trasladar los cadáveres de quienes habían sido víctimas mortales de sus soplos, hecho que fue fotografiado múltiples veces por quienes habían sobrevivido gracias a la intervención alemana. Esa es, y no otra, la historia real: la “true story”. Terminada la guerra, los judíos urdieron su propia y ulterior venganza. Tomaron las fotos que sus víctimas habían realizado de ellos y que mostraban la justicia que les había sido aplicada y, haciendo un totum revolutum torticero con lo acontecido, pasaron a ser víctimas: las fotos pasarían a ser el testimonio de cómo fueron obligados por los alemanes a cargar con los cadáveres de sus familiares muertos, pero con la peculiaridad de que no eran sus familiares. Se habían convertido en víctimas de un genocidio que otros habían sufrido por su culpa.




Por otro lado no puedo terminar sin mencionar la escena en que los judíos apalean a un alemán. Al margen de a que grupo racial, étnico o religioso representa cada personaje, es una escena muy cruda pero genial en el sentido de que hace un aporte interesante a la película como tal: se nos muestra la crueldad que es capaz de manifestar la humanidad por venganza y que manifiesta que predicar el perdón y la misericordia son muy elegantes como principios pero no dejan de ser un absurdo si sólo se hace de palabra.



COMPONENTE TÉCNICO. Es un aspecto notable de esta película, aunque parece que los productores se vieron un poco sobrepasados por el material del que disponían. La dotación armamentística de los personajes es, por momentos, errática y anárquica. No obstante ello nos permite disfrutar con detalle de un catálogo de armas de la época muy amplio. Por lo que a armas alemanas se refiere, vemos desde los clásicos fusiles K98 Mauser hasta la pistola Luger, pasando por el subfusil MP40 Schmeisser. Por el lado ruso, el listado es cuantitativamente más amplio: ametralladoras DP27, subfusiles PPSh41, alguna pistola TT33, etc. Lo que resulta curioso, aunque da la impresión de que se trata de algo casual, es la veneración que existe a lo largo del film por el Schmeisser. No se trata de algo irrazonable, dado que era un arma más apresta al combate en comodidad y efectividad, sólo superada por el PPSh41 en la capacidad de carga, al tener los últimos modelos del ruso un cargador curvo con mayor carga. Y es que, de hecho, ni Tuvia ni Zus abandonan sus respectivos subfusiles alemanes, que obtienen al principio, en ningún momento a lo largo de la película. Ni siquiera Zus al entrar a formar parte de las brigadas del Ejército Rojo. Además, Tuvia al ascender a uno de los miembros de la población le otorga un Schmeisser a modo de título.


Por otro lado vemos al final de la película un blindado alemán. Lo evidente es pensar que se trata de un Panzer III con el clásico cañón de 50 mm. Pero el Panzer 61 del ejército suizo empleado para recrearlo no es acorde al tamaño de aquel modelo, por lo que se asemeja más a un Panzer IV, con el problema de que éste no llegó a tener un cañón de aquel calibre ni el del film puede reputarse como un Panzer IV con el cañón corto de 75 mm. A título de curiosidad, esta recreación aparece en otras películas como “Enemigo a las puertas” (“Enemy at the gates”).


No tiene desperdicio, asimismo, el trato que las hordas bolcheviques dispensan a los judíos que luchan en su mismo bando. Paradojas de la Historia.


ERRORES. Salvando el detalle del Schmeisser, si lo reputamos como un error, y la anécdota del blindado alemán, no encontramos ninguno de relieve puesto que, como se antedijo, formalmente tiene una notable factura que minimiza los errores. Cuestión aparte es el nulo apego a la Historia.


LA FRASE. Eso no es un movimiento, es una inexorable consecuencia basada en un irreprochable proceso de razonamiento”

Lo único destacable son algunas expresiones curiosas que nos dejan el profesor y su compañero, los cuales actúan al modo de intelectuales, pero que no permiten hablar de una frase que quede para el recuerdo. Personalmente me hubiese gustado dejar como frase una de Suz Bielski que, al encontrarse a un joven judío adormilado en el bosque, sentencia: “Si yo fuese alemán, tu ya estarías muerto”, pero creo que con la disertación del apartado histórico es suficiente para entender el sentido malicioso de este tipo de expresiones.


PARA QUIEN. Es una película recomendable para todo aquel que, obviando la fidelidad histórica o la visión crítica de la verdad oficial, disfrute del cine bélico en general, pues, en suma, las secuencias de acción unidas a un buen trabajo de producción en la ambientación contribuyen a que el resultado final sea el de una película que, sin pasar ni de lejos por el pelaje de una obra maestra, se deja ver. El apartado técnico, manifestado en la aparición de unas armas muy apropiadas, también constituye un atractivo muy interesante. Recomendables, por ende, las secuencias de acción para quienes procuren un tipo de cine bélico “movidito”, muy al estilo “hollywoodiense”.


VALORACIÓN. Las incongruencias históricas deslucen el resultado de la película como documento sobre la contienda. Ello constituye una tara que, para los aficionados a la Historia, en modo alguno compensa el buen trabajo general que parece haber tras “Resistencia”. Es por ello que, aunque en cuestiones históricas vendan al espectador “gato por liebre” (“a true story”, recuérdese), el hecho de ver combates en pleno bosque, con secuencias de tensión palpable y la aparición de armas de todo tipo, incluido un tanque, merece la pena.


Resumiendo, mucho tendría que cambiar la película para calificarla como una película “de diez” pero que a pesar de las taras, algunas de calado, de las que adolece pasa con margen el aprobado: puede decirse que estamos ante “algo más” que una película de domingo por la tarde, como se suele decir.