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jueves, 14 de octubre de 2010

PRISIONERAS DE GUERRA (WOMEN OF VALOR)

SINOPSIS. Finalizada la Guerra, la teniente del ejército americano Margaret Jessup (Susan Sarandon) comparece ante un tribunal para dar cuenta, al objeto de la obtención de una medalla, de lo vivido durante la ocupación japonesa por ella misma y por el cuerpo de enfermeras que dirigía en la isla de Luzón (Filipinas). Después del éxito de la ofensiva japonesa, haciendo retroceder y expulsando a los Aliados de las Filipinas, resultan internadas en un campo de prisioneros nipón. En él tiene la oportunidad de contemplar, no sólo el curso de la guerra, sino también de recoger una serie de vivencias personales vinculadas con el desarrollo de aquella.


LO MEJOR DE LA PELÍCULA. Lo más destacable de la película es sin duda el ambiente general logrado a lo largo de la historia, rodada en las mismas Filipinas. Pese a lo notorio del bajo presupuesto con el que debían contar sus creadores, las escenas rodadas intercaladas con imágenes originales de la época dan como resultado un film muy digno. Las selvas filipinas, el ambiente sombrío, el hastío de los campos de trabajo, etc. La recreación escénica es en ésta, al contrario que en otras películas, una demostración de que no es necesario el nombre de un gran productor para llegar a ese realismo tan de agradecer.




LO PEOR DE LA PELÍCULA. Quizás en contraste con el buen papel del personaje de Margaret Jessup, llama la atención la adición gratuita de personajes, a modo de relleno, sobre todo en el bando nipón, que no hacen sino alargar la trama con su existencia sin la más mínima aportación a la misma. Se echa de menos en ese sentido la presencia de un personaje que dé un impulso al ritmo de la película que, en determinadas secuencias se vuelve demasiado premioso, hecho al que contribuyen de forma categórica tales personajes.


COMPARACIÓN. Lo cierto es que “Prisioneras de guerra” trae a colación una cuestión muy recurrida en el cine bélico como es el referente a los campos de prisioneros japoneses, cuya representación ha sido objeto de un cuantitativamente importante trasvase a la gran pantalla, aunque de un modo cualitativamente diverso. Desde clásicos como “El puente sobre el río Kwai” hasta películas actuales como “El gran rescate” toman aquel clásico argumento como lugar central para sus tramas. Si se pretende un parecido dentro del orbe temático mencionado creo que el más obvio salientable es precisamente “El gran rescate”: la recreación interior del campo unido múltiples parecidos, incluso con un final muy americano a lo “séptimo de caballería”, constituyen nexos ineludibles si se busca hacer algún tipo de comparación, e inclusive cabe señalar similitudes ya secundarias con otros filmes como “Cartas desde Iwo-Jima” en referencia a la presencia de un oficial japonés con reminiscencias americanas con repercusiones directas en el curso de la película. No obstante, “Prisioneras de guerra” consigue dar una nueva visión y ofrecer abiertamente cuestiones no tratadas con anterioridad. Algo digno de agradecer, sin duda, pues no es sencillo el no caer en una reiteración.



HISTORIA. Aunque se hable abiertamente de la invasión japonesa de Filipinas, la realidad no es necesariamente así. Cansados de los gobiernos títere impuestos desde Washington y, sobre todo, de la eterna promesa americana de independencia para su Nación (plasmada en sucesivas leyes no ratificadas por el Senado de Filipinas) los dirigentes filipinos pronto abrazaron las promesas de autodeterminación ofrecidas por los nipones, a los que abiertamente apoyaron una buena parte de los dirigentes de las islas (Emilio Aguinaldo, por ejemplo). La ofensiva japonesa fue rápida y contundente. Comenzada el 8 de diciembre de 1941 (al día siguiente del ataque a Pearl Harbor), el día 30 de ese mismo mes la capital del país, Manila, ya tenía izada la bandera imperial japonesa, así como la mayor parte de la isla de Luzón. La resistencia angloamericana sitiada en Bataan (caída el 9 de abril) y en la isla Gobernador (conquistada el 6 de mayo) no constituyeron más que un vano intento de aguantar una posición insostenible, cuando ya hasta el propio general Douglas Mac Arthur había emprendido su histórica huida (y no “búsqueda de refuerzos” u otros silogismos, como se pretende oficialmente) a Australia en la oscuridad de la noche y horas después pronunciaba su también histórica frase “Volveré” o “I shall return” (reconvertida en frase histórica del cine, pero por otros menesteres), haciendo gala de ese protagonismo mediático que tan poco gustaba en los otros altos oficiales.  Conquistada las últimas posiciones defensivas de ingleses y americanos a mediados del 42, ya en 1943 se estableció el prometido gobierno íntegramente filipino liderado por José Laurel, que duraría apenas un año tras el inicio de la nueva ofensiva americana.

Por otro lado, lo cierto es que el papel de la mujer, infrarepresentada en el cine bélico en una función activa, resultó determinante en ciertos momentos, aunque fueren exhortadas a participar en la contienda.

Alemanes y japoneses no contemplaban la obligación castrense para las mujeres de sus naciones, si bien, voluntariamente y bajo el cumplimiento de unas estrictas condiciones (las mismas que para los hombres) podían adherirse a la causa; de hecho, los alemanes contaron con insignes mujeres en sus líneas o que participaron activamente en el curso de la guerra, como Hanna Reitsch (a la que se concedió la Cruz de Hierro de primera y segunda clase por su noble servicio en favor del Reich) o Liesel Bach. El lado contrario es el representado por el bando soviético quien, ante la desesperación de la presión del frente alemán, no dudó en movilizar a mujeres (independientemente de la edad), muchas de ellas enviadascomo el resto de soldados en misiones suicidas contra los alemanes al grito de las arengas de los comisarios políticos puesto que ellas tampoco gozaban de la posibilidad de dar “ni un paso atrás”, so pena de fusilamiento ipso facto. Muchas de estas tan valientes como desdichadas mujeres fueron, por si ello ya fuese poco, convertidas estandartes de la propaganda soviética (como Mijailova Pavlichenko o Marina Raskova) al igual que muchos de sus camaradas masculinos (véase Vassili Tsaitev), en una búsqueda apresurada de incentivos morales para unas hordas bolcheviques al borde del descalabro, aun a costa de falsos méritos atribuidos a aquellos. Aquí, más que nunca, el fin no justifica los medios.

Los aliados, ostentaron en este campo una posición intermedia, si bien se llegó a recurrir a las mujeres, ante la falta de población activa masculina, sobre todo en Gran Bretaña, como mano de obra en las fábricas de armas y en tareas diversas como meteorólogas, observadoras y las vitales “trazadoras”. Todo ello  sin desmerecer el papel realizado en el frente aunque lo más habitual era su integración en cuerpos sanitarios u ocupaciones como las mencionadas. Es notoria, asimismo, la ayuda prestada en labores como el abastecimiento aéreo, tarea en la cual tenían que hacer frente no sólo al Eje sino también a las mofas de sus compañeros como lo fue el caso del americano Servicio Auxiliar de Pilotos Femeninas (WASP) cuyas integrantes fueron apodadas, con cierta sorna, fiffis o fiffinellas.  

No obstante, es de señalar a este propósito, cosa no mencionada en los libros de historia, que los alemanes ordinariamente guardaron la cortesía, respeto y corrección en el trato mostrado con sus camaradas (y enemigas) femeninas; además, ni en la más crítica de las situaciones del III Reich obligaron a las mujeres a integrarse en las fuerzas armadas (si bien muchas formaron parte de las SS, en un ejercicio de lealtad para con su Patria), hecho que a la postre permitió las violaciones en masa de los bolcheviques en Budapest, Viena, Berlín, etc. pero, obviamente, ello no será objeto de ninguna película. Es el precio de ser los “malos” aunque se haga el bien. Aunque ese ya es otro tema.


ELEMENTO TÉCNICO. Es posiblemente el aspecto en el que resulte más evidente la carestía económica o, si se quiere, documentaria de la película. Al margen de las imágenes originales de la época, el visionado de “Prisioneras de guerra” no es que haga precisamente historia por el empleo una galería de recreaciones u originales de la época y la mayoría de los que aparecen no se pueden considerar aceptables en un sentido estricto. Lo más reseñable son lo correcto de los uniformes japoneses, algún fusil nipón Tipo 38 que aparece de forma desperdigada y, sobre todo, un par de Nakajima Hayabusa que aparecen en el ataque inicial japonés, aunque fugazmente. Es destacable, aunque lo sería más como un error, el empleo por parte de los japoneses de una ametralladora Browning americana, pero también podría tratarse de un arma capturada (en cuyo caso sería más apropiada una inglesa). Eso corre a cargo de la imaginación de cada uno.


ERRORES. Llegado este punto es necesario comenzar poniendo de manifiesto que precisamente una de las virtudes técnicas de la película se convierte, quizás por razones presupuestarias antes comentadas, en una tara que, pese a ser tal, pasa bastante desapercibida, al margen de otras que pueda haber. Me explico. Como se comentaba supra, es elogiable la aparición de los dos Ki-43 Hayabusa (o similar) en el ataque japonés; lo que no lo es tanto es utilizar los mismos aeroplanos para simular un ataque angloamericano aunque tales aviones lleven en sus alas el distintivo del ejército americano, aunque es cierto que, al no apreciarse bien los aeroplanos, pueden pasar perfectamente por sendos Douglas Dauntless (casi tan abundante en este sector de la contienda como el propio Hayabusa). Puede mencionarse como error, ad abundantiam, la presencia de un blindado americano M-24 Chafee, dado que no era el usual en el frente occidental de la contienda (un Sherman, sería más adecuado) ni temporalmente se ajusta con exactitud su presencia. Obviamente no son errores de calado (como el de la Browning), pero la película, al moverse estrictamente en la senda de la mera corrección, no permite ir más allá en la búsqueda de demasiados lapsus.


LA FRASE. “El valor es algo que brilla con luz propia, un resplandor que emanaba de estas mujeres con las que he servido”.

En general, aunque excesivamente pomposo por momentos, es salientable el alegato final de la teniente Jessup (del que esta frase constituye un extracto) en el que se intenta resumir, en unas palabras, lo que, en suma, la película pretendía transmitir al espectador. Por una vez, e invirtiendo el sentido del dicho, una palabra vale más que mil imágenes. Cabe añadir asimismo la interesante reflexión del oficial japonés al mando en el momento que explica a los prisioneros la causa de su presidio. "Tengan en cuenta que para nosotros, el hecho de rendirse teniendo la posibilidad de resistir constituye un grave delito".


PARA QUIÉN. Recomendable para todos aquellos que busquen una visión del papel femenino en la Segunda Guerra Mundial, que no consista estrictamente en la tarea de amar al heroico soldado americano que mata japoneses y que, además, la salva de éstos. Si alguien tiene interés en materia de la guerra del Pacífico, no es precisamente una fuente de las que mayor contenido pueda aportarle, ni en el fondo ni en la forma. Descartada para quienes busquen acción a lo “The Pacific”.

VALORACIÓN. Nada nuevo bajo el sol. La indiferencia es la idea que se le queda a uno tras el visionado de este film. La ausencia de alardes creativos ni mucho menos técnicos es la pauta de principio a fin, algo que agrava de forma importante la falta de cierta tensión en los personajes en puntuales escenas. Lo único que es de agradecer es la perspectiva cinematográfica femenina en un orbe casi por entero de preponderancia masculina en el que el papel de las mujeres, en muchos casos, suele limitarse al arquetipo de una aduladora apasionada y enamorada del protagonista (más aun si éste es americano). La impronta de Susan Sarandon es, en este sentido, notable habida cuenta de su activismo político en pro de las mujeres, sobre todo en la época de realización de “Prisioneras de Guerra”. Bien que todo ello resulta evidente en el resultado final de la película, no consigue dejar huella en el espectador, pues la sensación es la de un feminismo cinematográfico gratuito y plano, en el sentido de que hubiere sido de esperar, más aun tratándose de Susan Sarandon, un cambio, un acontecimiento o una circunstancia trascendental que urdiese al espectador en una reflexión acerca de la cuestión del, a veces tan crucial, papel femenino en la Segunda Guerra Mundial. De todos modos, este hecho es acorde con, como ya se ha reiterado, la corrección y la ausencia de alardes como notas esenciales de esta película, tanto en el fondo como en la forma.

3 comentarios:

  1. Me parece genial el comentario. sobre todo si lo estructuras siempre de esa forma,e s una buena línea de valoración, aunque el contra es que te obligará mucho a la hora de hacer las críticas y cuando lleves muchas entradas quizás puda pesarte.

    Me ha interesado la película que comentas, que no he visto, me la bajaré y ya te comentaré más tranquilamente, un saludo!

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  2. Buenas Piru.

    Intenté buscar la forma de darle un enfoque distinto al análisis de las películas puesto que en ocasiones (yo mismo lo he experimentado) sólo interesan ciertos aspectos de un análisis. Establecer compartimentos estancos en el análisis favorece ese tipo de lecturas referidas sólo al objeto de interés.

    No es una película que pueda reputarse como una genialidad cinematográfica, pero es de las pocas que no aparece en demasiados blogs. Tiene cierto interés pero, como casi siempre, las hay mejores.

    Por cierto, tengo que perfeccionar lo del tamaño de la letra de los comentarios (reducirlo) pero desconozco el modo de hacerlo. Una pequeña ayuda no vendría mal.

    Gracias y un saludo.

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  3. pufff no tengo ni idea la verdad, en cuestiones técnicas del blog soy un auténtico mentecato. Tampoco se muy bien como quejarme a google, creo haber encontrado un modo pero es un blog enorme con miles de ocmentariso de distintos problemas (En inglés por cierto) lo que no ayuda mucho la verdad.

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