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miércoles, 29 de junio de 2011

LA BATALLA DE ANZIO (LO SBARCO DI ANZIO)


SINOPSIS. Basada en el libro “Anzio” de Wynford Vaughan-Thomas. Tras el desembarco en Anzio, Italia, a principios de 1944, los soldados americanos, que habían iniciado el desembarco para un rápido ataque sobre las posiciones alemanas se ven frenados por las dudas, dilemas y conservadurismo táctico de su general Lesley (Arthur Kennedy), toda vez que las fuerzas alemanas se hallan en pleno repliegue, lo cual facilita la posterior labor ofensiva del mariscal alemán Kesselring. Es en esa situación que, la primera ofensiva de Lesley fracasa y pierde toda una división en una emboscada, de la que un grupo de hombres, entre los que se hallan el corresponsal de prensa Dick Ennis (Robert Mitchum) y el intrépido cabo Rabinoff (Peter Falk), sobreviven y, en lugar de regresar a la retaguardia, deciden inspeccionar el terreno. El riesgo que ello supone les envuelve en una trepidante aventura.


LO MEJOR DE LA PELÍCULA. La trama argumental. Pese a no tener una historia detrás que pronostique nada bueno, hay que poner de relieve que el director Edward Dmytryk consigue enlazar los pequeños entresijos del argumento con las circunstancias de personajes de diversas condiciones, casi arquetipos (el veterano resignado, el combatiente aguerrido, el joven inexperto, el general temeroso de sí, etc.), lo que fundido con el trasfondo histórico regala al espectador una más que aceptable película en cualquiera de los sentidos que se precie.


LO PEOR DE LA PELÍCULA. Demasiados puntos inconexos, sobre todo el referido al bando alemán. Y es que al principio se nos presenta a los protagonistas con todos sus problemas, por un lado, y por otro, discurriendo de un modo paralelo y centrado en la figura del mariscal Kesselring, los dilemas que afligen al bando alemán. A la espera de que la película se desarrolle de un modo dual, mostrando las cuestiones estratégicas de uno y otro bando, súbitamente las referencias al bando alemán desaparecen absolutamente, algo que no se entiende muy bien al tenor del planteamiento inicial. A ello hay que sumar las inconexas relaciones amorosas en la cinta.


COMPARACIÓN. No son demasiadas las películas que traten lo acontecido durante la contienda en Italia, y menos el capítulo concreto de la Batalla de Anzio. “Roma, ciudad abierta” trata de un modo muy tangencial la temática central reflejada en “La batalla de Anzio” y otras como, por ejemplo, “Días de sangre y fuego” se centran demasiado en los dilemas de los soldados: de los italianos en razón de su causa, de los alemanes en su relación con aquellos, y de los aliados que observan el devenir de los acontecimientos. Sustraída de su trasfondo histórico no puede dudarse el evidente paralelismo que con “La Batalla de Anzio”, en otras circunstancias de lugar, tiene una película más reciente como es “Salvar al soldado Ryan”. Obsérvese que todo el argumento se desarrolla a partir de un desembarco a gran escala y sorpresivo, cuyas imágenes evocan claramente la película de Spielberg, con rostros cariacontecidos y traumatizados por el miedo y el silencio que anteceden a la batalla; generales que adoptan decisiones controvertidas; caminatas entre la maleza; soldados atrapados tras las líneas alemanas cumpliendo una misión harto complicada; enfrentamientos con soldados y blindados alemanes, etc. Demasiadas coincidencias, aunque pese a todo, Dmytryk da a ciertos aspectos una impronta más verosímil.


HISTORIA. El escenario italiano de la Segunda Guerra Mundial es uno de esos grandes episodios que, si se piensa y se estudia bien, se erigen en acreedores de más y mejores películas de las que actualmente tiene. Grandes batallas, desembarcos, embrollos políticos, misiones casi imposibles y grandes personajes históricos se dan cita en ese escenario sin que el cine bélico haya dirigido a ese frente más que alguna que otra mirada sesgada.


La batalla de Anzio no es más que la segunda intentona aliada tras el fracaso de Salerno en su toma de Italia. El desembarco en la bahía de Salerno, mediado el año 1943, habría de suponer el derrumbamiento de la resistencia alemana en la península dado que las fuerzas italianas habían sido desarboladas tras el armisticio firmado por los italianos con los aliados y silenciado a los alemanes, a quienes Badoglio y el propio rey Victor Manuel III habían asegurado su fidelidad mientras el ministro Castellano negociaba en Lisboa. A pesar de semejante traición, los alemanes resistieron el envite y la Línea Gustav, una barrera defensiva instalada por los alemanes en el centro de la península itálica, resistió. Una división de paracaidistas alemanes en Montecassino, el punto más viable para atravesar aquella línea, resistió el avance de todas las fuerzas aliadas para desesperación de éstas. Aun más, en las negociaciones para el armisticio, los italianos habían requerido que los Aliados desembarcasen cerca de la ciudad de Roma, lo cual, dada la desconfianza generada por el hasta hacía poco aliado alemán, no se produjo lo que frustró al traidor Badoglio y sus secuaces. Estos, para empeorar la situación, ven como el capitán de las SS Otto Skorzeny y su ayudante Karl Radl firman una de las más espectaculares escenas de la guerra ante sus propios hombres descubrir el lugar de secuestro de Mussolini y rescatarlo en un asalto fugaz al hotel-prisión Campo Imperatore, lo que dio un golpe en la moral a los Aliados y a los propios italianos.

Es en esas circunstancias que Eisenhower, tras reconocer que aún habrían de morir muchos hombres antes de llegar a Italia, decide planificar un nuevo desembarco: el desembarco en Anzio, a apenas 50 kilómetros de Roma, para sorprender a la retaguardia de la linea Gustav. Como se ve en la película, a pesar de las escasas fuerzas alemanas presentes en aquella ciudad, los americanos no dudan en destrozar la ciudad italiana y sus antiguos vestigios de la época romana con incesantes ataques de artillería desde sus barcos para facilitarse el desembarco, lo cual acontece, dado que, una vez en tierra, se adentran en Italia sin mayores dificultades por la escasa o nula resistencia alemana. Sin embargo, el general John P. Lucas, ante la tesitura de avanzar o mantener sus posiciones decide optar por la táctica conservadora y pertrecharse en su ubicación y aguardar refuerzos. Ello dio la oportunidad a Kesselring de reforzarse con el inmediato envío de la cuarta División de Paracaidistas y la División Hermann Goering, a la que se unirían otras fuerzas provenientes de otros frentes. A este respecto, en la película un adjunto de Kesselring comenta acertadamente que “Anzio es el campo de prisioneros más barato de Europa: 50000 hombres que se alimentan ellos mismos”. Las incesantes bajas, el nulo avance y el asedio al que se vieron sometidas las fuerzas aliadas determinaron el relevo de John P. Lucas por el General Clark, quien nombró en su lugar al general Truscott que, con nuevas fuerzas consiguió resistir el cerco. El 25 de mayo de 1944, cuatro meses más tarde de lo previsto, los efectivos asediados lograron romper el cerco alemán tras cientos de bajas, y llegarían a Roma el 4 de junio. Pero no la liberaron: en Roma no había fuerzas alemanas, ya que era una ciudad abierta.


En cuanto a figuras, no puede menos que señalarse la presencia del Mariscal Kesselring, al mando de las fuerzas alemanas en Italia. Lo cierto es que este gran militar vio desprestigiada su figura por su firme creencia en el hecho Badoglio, Victor Manuel III y los italianos en general permanecerían a su lado. Pero de facto, sólo él y sus adjuntos mantenían tal tesitura. Los italianos, como se dijo arriba, ya habían iniciado su intimación con los Aliados a través de sus embajadas en Madrid, Londres y Lisboa. En Alemania, los generales y, mas que nadie, Hitler ya habían perdido la esperanza pero decidieron no comentar nada a las delegaciones en Italia so pretexto de mantener la fortaleza del Eje. Goebbels sentenció: “El mayor defecto de los italianos es… ser italianos”. Kesselring, llamado por sus camaradas “el bueno”, “el optimista” o incluso “el sonriente”, por su aspecto bonachón y su constante sonrisa, habría de un exceso de mentalidad tradicional pues era un firme defensor de las alianzas al más clásico estilo, aquel en que la palabra es firme. Sin embargo, el propio Hitler había dispuesto en julio de 1943 una enorme cuerpo de ejércitos para dispersar por tierras Italianas en caso de rendición italiana: el llamado grupo de Ejércitos B, al mando de Rommel. Y es a raíz del armisticio italiano que Kesselring enfurece por la traición que ello suponía y decide intervenir contundentemente las fuerzas aliadas a las cuales consigue frenar en toda la península. No obstante, su figura había perdido credibilidad por su fe en los italianos y por la sombra de la figura de Rommel, partidario de establecer una nueva línea de defensa al norte de Italia (lo que finalmente se hizo), al contrario que Kesselring, que confiaba en el mantenimiento del país bajo dominio alemán.

Y recalco: Roma no fue liberada, era una ciudad abierta, es decir, protegida de la contienda con el objeto de no dañar su patrimonio cultura.. Pese a la demoníaca imagen que de los alemanes dé la historia oficial, pese a su tenacidad y resistencia contra el enemigo, tanto la Wehrmacht como las Waffen SS fueron respectuosos en la contienda con los ricos patrimonios culturales de las ciudades. Atenas es otro ejemplo. Los Aliados ignoraron el concepto de ciudad abierta durante toda la contienda. Anzio no fue un ejemplo aislado.


En fin, una historia de lo más interesante que “La Batalla de Anzio” sólo llega a recrear de modo anecdótico pero que no por ello deja de ser interesante de recrear. Los avatares político-militares de aquella Italia dan para mucho más que una película pero creo, sinceramente, que en buenas manos podría ser una de las mejores fuentes de inspiración para el cine bélico de la Segunda Guerra Mundial. Es una propuesta que, quien escribe estas líneas, espera que alguien recoja.

ELEMENTO TÉCNICO. Bastante completo. Cierto es que el equipo de producción se centra más en el armamento americano dado que podemos ver desde blindados M26 Pershing, algún que otro Jeep, Dodge T26 o armas ligeras como los clásicos M1 o el sempiterno subfusil Thompson. El bando alemán es más limitado en lo armamentístico ya que se reduce a la inclusión de armas americanas haciendo las veces de las alemanas, algún que otro Schmeiser o algún aislado MG30, cuando dicha arma era poco común entre los propios alemanes. Las imágenes de las barcazas camino de la costa, así como las imágenes de las salvas desde los buques americanos no tienen desperdicio.


ERRORES. No puede negarse que en una película de tan excelsa factura el situar a blindados americanos Pershing como alemanes no es buena señal, menos cuando llevan en su parte superior ametralladoras Browning americanas. Para decrementar tales errores se incluyen, ahora sí, en el bando aliado tales blindados Pershing, pero lo cierto es que éstos no participaron en la Segunda Guerra Mundial hasta prácticamente el término de la misma. A los efectos del correctismo técnico sobraría con incluir unos cuantos Sherman y Chafee.

Los errores escénicos también son abundantes. Así, cabe mencionar a los soldados americanos que perecen a sólo unos pasos de un nido de ametralladoras alemanas en la escena de la emboscada: llama la atención que a ninguno se le ocurra, ya unos metros antes, lanzar siquiera una granada dado que era el método adecuado para acometer aquellas posiciones. Otra escena fallida es aquella en la que los soldados americanos se refugian en una iglesia para protegerse del fuego de un blindado alemán: el peligro de derribo de ésta parece no contemplarse. Quizás la “mejor” escena de todas es el enfrentamiento con los francotiradores alemanes, que situados en una posición elevada con los soldados americanos a su merced, abandonan sus inmejorables posiciones para situarse en otras peores e incluso alguno de ellos huye corriendo. Por no mencionar a los “magníficos” soldados americanos, capaz de matar a un francotirador alemán a una enorme distancia y con gran precisión con un simple subfusil.


LA FRASE. “¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué los hombres se matan unos a otros? ¿Cómo puede un hombre cualquiera, un hombre bueno que sería incapaz de matar a una mosca, cómo puede bombardear a millares y millares de desconocidos que están durmiendo tranquilamente” (Dick Ennis). Terrible pero sincera análisis de la condición del hombre en la guerra, obligado para con su causa y resignado al cumplimiento de sus misiones: sea cual sea su bando. Es decir, que las causas aquí son secundarias y no importa bajo que bandera ni en nombre de quien puesto que, lo primeramente relevante es la muerte que causa la guerra.


PARA QUIEN. Los detalles del buen cine bélico de antaño convierten a “La Batalla de Anzio” en un clásico, si bien un clásico semidesnatado, si se me permite, pero no tanto por los errores sino porque el fondo de la historia es en sí, previsible y plano, aunque el buen hacer de su director consigue sacar lo mejor de ella. Vistosa en muchas escenas y buena fotografía general hacen que sea una película digna de un visionado de cuando en cuando. En términos históricos guarda cierto apego histórico, pero pronto se va desdibujando a costa de los problemas personales de los protagonistas. Las escenas de acción dan mucho ritmo al metraje, lo que la hace muy recomendable en ese sentido.


VALORACIÓN. Aunque no es una de las grandes películas de todos los tiempos sí tiene detalles y momentos de gran película, lo que en términos comparativos con otras de su talle, sin dejar de incurrir en él, no abusa de arquetipos ni prototipismos (como el alemán con mala puntería, o soldado americano a lo Rambo) lo que hace agradable su visionado al tiempo que presta verosimilitud a lo que nos viene a mostrar. Las reflexiones finales del personaje de Mitchum ponen colofón final a una película que, por todo, está por encima de muchas de las que nos ofrece el cine bélico más reciente.

lunes, 6 de junio de 2011

CAMINO A LA LIBERTAD (THE WAY BACK)


SINOPSIS. En un campo de prisioneros soviético situado en pleno centro de la inhóspita Siberia de 1940 un grupo de prisioneros por diversas causas, y de orígenes diversos, bajo el liderazgo de uno de ellos, Janusz (Jim Sturgess), establecen un plan de fuga a través de territorio siberiano con la idea de huir de la represión y duras condiciones que sufren en el campo. Pero su proyecto les comienza a presentar dificultades desde el primer minuto, empezando por las diferencias y desconfianza que existe entre el grupo fugitivo.


LO MEJOR DE LA PELÍCULA. Tras dos horas de visionado de esta película de Peter Weir, excesivamente largas para lo que se pretende mostrar, lo que más asiento puede hallar en la memoria del espectador en “Camino a la libertad” son los grandiosos y magníficos paisajes que los fugitivos van dejando tras de sí. La estepa siberiana, el lago Baikal o paisajes desérticos del Gobi son mostrada de una forma tan magnífica que consiguen transmitir la grandiosidad de su tamaño y, por ende, la dificultad de la empresa que acometen los protagonistas de este film.


LO PEOR DE LA PELÍCULA. Sin duda no puede pasarse por alto la escasa tensión con que los fugitivos llevan a cabo su huida. Es cierto que el temor constante ante un chivo por parte de algún nativo se deja entrever de cuando en vez, pero ello parece introducirse sólo para recordar al espectador que se trata de una huida. Pero lo cierto es que la que tendría que ser la principal fuente de inquietud de los protagonistas se esfuma a los cinco minutos de abandonar el campo: la NKVD y el cuerpo de vigilancia de los campos. No vuelven aparecer en todo el film, cuando, en realidad, seguro que serían más temidos que los propios elementos climatológicos. De ahí el quebranto de la verosimilitud del argumento.


COMPARACIÓN. Dos películas son las claras fuentes de esta película del año 2010, por su similitud comparativa. La primera de ellas es evidentemente “La gran evasión” por el argumento de fondo pero que, sin embargo, este gran clásico dedica más tiempo a la preparación de la huida que a la huida en sí, que es lo que, en suma, viene a hacer “su versión” moderna. Teniendo en cuenta el núcleo duro de la trama, esto es, la fuga de un gulag y posterior búsqueda de la libertad, la referencia más obvia es “Hasta donde los pies me lleven”. No obstante, tanto “La gran evasión” como esta última consiguen con menos medio dar un resultado más óptimo en lo que a una película de esta índole se refiere, pese a que “Camino a la libertad” ostenta un inmejorable reparto.


HISTORIA. La ambientación temática nos sitúa en una delicada y cruda realidad histórica como son los campos de concentración soviéticos o gulags (palabra proveniente del del ruso, Glavnoye Uproavleniye Ispravitelno-Trudovykh Lagery o ‘Administración Suprema de Campos Correctivos de Trabajo’). Unas ominosas instituciones cuya existencia se remonta a los primeros años de la existencia de la URSS (15 años antes de que Hitler alcanzase el poder, recuérdese para evitar equívocas asociaciones)  pero cuyo recuerdo perdurará por toda la historia gracias a los testimonios de personas que lograron sobrevivir a los más duros campos de trabajo que jamás hayan existido y que alcanzarían su apogeo durante el mandato de Stalin.


Durante años, aun después de la guerra y con nomenclaturas y circunloquios que escondían la cruda realidad, la Unión Soviética utilizó los campos de concentración para masacrar a sus enemigos exteriores y disidentes internos, o simplemente a quienes se hallasen en el lugar y momento equivocado. La facilidad para confinar a sus propios “camaradas” y someterlos a una esclavitud extrema sólo podían ponerse a la altura de las aleatorias limpiezas y masacres de políticos del propio Partido Comunista y las purgas de miles de oficiales. Particularmente temidos, si ya cualquiera de ellos no lo era poco, venían siendo aquellos que se ubicaban en plena Siberia por sus condiciones climáticas donde la el hambre, los piojos, las enfermedades y el frío convertían a la muerte en el menor de los males para sus reclusos, toda vez que las libertades eran nulas. Sin embargo, oficialmente se viene recalcando falsamente la dureza de los campos de trabajo alemanes donde, pese a tratarse de lo que eran, es constatable la existencia de salas de cinematógrafo o incluso grupos de teatro (por ejemplo, Auschwitz-Birkenau). La terna de gente recluida en estos campos, como nos muestra “Camino a la libertad” era muy amplia: polacos, rusos, americanos, etc. Alexandr Solzhenitsin, escritor ruso y prisionero de uno de estos gulags, deja en su obra literaria buena cuenta de sus experiencias. La pena para él es que su obra, pese a ser de absoluta verosimilitud, no ha alcanzado el renombre que se merece por haber sido prisionero de los rusos, sus compatriotas, y no de los alemanes que, por definición, eran los malos. Paradojas de ésta nuestra Historia oficial.


Otro grupo que tuvo el “placer” de disfrutar de este tipo de instalaciones fueron los prisioneros alemanes quienes, terminada la guerra y constantes los mal llamados Juicios de Nuremberg, perecieron en cantidades de cientos de miles en estos campos de explotación. Un buen ejemplo de ello son los 90.000 prisioneros del VI Ejército de la Wehrmacht de los que apenas dos mil sobrevivieron a los gulags, siendo sometidos a una explotación inhumana y las “caminatas de la muerte” de un campo a otro en pleno invierno ruso. Por otro lado, el propio coronel Hans von Luck, prisionero en un campo de concentración del Cáucaso, detalla como los oficiales rusos al mando de los gulags se aprovechaban, y sorprendían, del buen hacer en el trabajo de los prisioneros alemanes y su eficiencia, lo que originaba grandes controversias en su administración. No obstante lo cual, el trato de favor para con los prisioneros alemanes por estas tareas era nulo y el propio comandante alemán detalla cómo al, estar privados de todo tipo de material de escritura, los alemanes se veían obligados a aprenderse de memoria los nombres de sus compañeros para a su regreso dar cuenta de los fallecimientos, cosa harto complicada por lo extenso en el tiempo de su cautiverio y la magnitud de las cifras de muertos.

Sin embargo, pese a tratarse de una de las grandes masacres de la Segunda Guerra Mundial en ningún momento se hizo mención de ellas en ninguna de las causas abiertas en los Juicios de Nuremberg, lo que viene no sólo a desacreditar las condenas allí dictadas sino que también pone de manifiesto que lo que los vencedores pretendieron fue tapar sus propios crímenes de guerra bajo una falsa creación jurídica. Más aún cuando durante la vista de los procesos se estaban produciendo a lo largo de territorio siberiano masacres y crímenes peores que aquellos de los que se acusaba a los alemanes puesto que la guerra había terminado. “No somos criminales, huimos de los criminales”, sentencia uno de los personajes.


ELEMENTO TÉCNICO. Nulo. La constante carrera por paisajes desérticos en población así como la ausencia de una persecución cercana por parte de la policía secreta soviética no permiten hacer comentario alguno de algún tipo de armamento o despliegue técnico, más allá de algún fusil Mosin de los guardias de seguridad o algún que otro camión Zis de los típicos de la URSS de aquel entonces.


ERRORES. Lo mismo es de recibo señalar en lo que toca a los errores. Simplemente son de notar los excesivos conocimientos que por momentos parecen tener los protagonistas de la evolución de la guerra pese su reclusión.  Por otra parte, y en ese mismo sentido, las dotes orientativas del protagonista son poco creíbles; el método de orientación tan poco ortodoxo que emplea a lo largo del metraje no se compadece con el vasto territorio que supone el desierto del Gobi.


LA FRASE. “Aquí la bondad te puede matar” (Smith a Janusz). Se trata de una proverbial frase que pone de relieve la referida extrema dureza de los campos soviéticos y los miembros de la NKVD que gestionaban los gulags. A buen seguro la tónica general no era la generosidad en los campos soviéticos y, de tener existido en ellos, su duración habría de ser breve.


PARA QUIEN. Por todo lo antedicho, como aporte de información acerca del tema de los gulags, existen varias películas que muestran mucho mejor esta temática. Para el aficionado al cine bélico en general no es nada recomendable puesto que no hay contenido bélico en ningún sentido: no hay armamento, no hay batallas, no hay nada. Los  únicos incentivos que pudiera tener es el hecho de que ostenta un reparto cuando menos notable, con el gran Ed Harris por en medio, y el tratarse de una producción bastante reciente.


VALORACIÓN. En ningún momento “Camino a la libertad” llega a estar a la altura de lo que pudiera esperarse de ella. Sólo por momentos capta la atención del espectador que, por momentos sufre casi como los protagonistas el tedioso y largo camino de éstos, dadas las largas secuencias que se le dedican. Sólo el decente papel de Ed Harris como señor Smith, la belleza de algunos paisajes parecen salvar un mínimo esta película que perfectamente podría realizarse en media hora de cinta sin por ello perderse detalle alguno. En fin, una película para pasar el rato.